domingo, 23 de mayo de 2010

Susurro helado


¿Por qué lloras, Perséfone? Déjame narrar los inenarrables motivos que me impiden compartir hoy tu sollozo. Y que la compasión calme tu llanto.

Escapé del laberinto y descubrí entonces que me había perdido.

Otorgando la mayor sensibilidad a mis letras, abracé al puñado de horas más lentas del mundo y noté cómo mi garganta se desgarraba con cada uno de los gritos que nunca proferí.

Acurrucado en mi confusión, decidí soñar. Tuve una alegre pesadilla, aunque no llegué a dormir.

Un amanecer desbocado me despertó y, entre las tímidas gotas del rocío que recorría mi mejilla, ella empezó a correr. “¡No te vayas!”

Supliqué, como un pobre niño perdido, arrodillado y con mis temblorosas manos intentando tapar mis ojos.

No entendí nada, lo vi todo.


Cavilando te llaman poeta,
La tinta es polvo,
Los ojos son viento,
Mi corazón un pozo.

3 comentarios:

  1. Esta me ha gustado aunque no entendí gran cosa, ya sabes que nunca te he entendido bien jeje.

    Bueno filósofo, periodista ocasional, escritor, pensador, donante de placer en general y borracho en particular ya nos veremos.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. Me gusta esa frase que describe tu perfil: filósofo, periodista ocasional, escritor, pensador, donante de placer en general y borracho en particular. No está mal...también me gusta eso que dices en el texto aunque me pregunto si es la misma Perséfone EN LA QUE PIENSO...(la reina del Inframundo).Un saludo

    ResponderEliminar
  3. Sí, es la forzada 'Reina del Inframundo' =)

    Un saludo y gracias a ambos por los comentarios.

    ResponderEliminar