domingo, 31 de julio de 2011

No es un poema de amor; ni siquiera es un poema


Sin más adorno que tu esencia,
por estar aquí pensada,
vengo a hablarte desalmado
del porqué de mis palabras.

Los latidos de mi puño,
que inertes son contigo,
se tornan frágiles,
pero fuertes si te has ido.

El festejo de los locos
(que a dentelladas se distraigan)
rifa notas de trompeta;
triste tormenta las baila.

Nace de tus ojos mi anhelo.
De tu ausencia, el valor.
Porto asta sin bandera,
penas cargo con dolor.

Las palabras que tú esperas
se agarran al alma
temerosas del aire
y de ti, de tu calma.

Si las aliento a salir
por las paredes de mi cuerpo,
de tanto que se aferran,
me desgarran y muero.

Ya una vez las entregué,
a medias las devolvieron.
Mil remiendos las sujetaban
pero se fueron descosiendo.

No pruebes mis besos,
tampoco mis abrazos huecos,
no confíes en mis palabras
o compartirás mis tormentos.

No es un poema de amor;
ni siquiera es un poema.
Pero cuando escribo
es tu rostro el que aparece...

Y me quema.