jueves, 18 de marzo de 2010

Corazón que suda tinta


Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere…

Flores malditas de cuyos pétalos pende una vida, macabra floresta que mi jardín adorna. ¿De qué os nutriréis si matáis al poeta?

Estas heridas me las hicieron muchos besos y pocas frases, entre crujidos de suelo y manos apretadas que guardan nada. Entre tus sábanas y tu pelo.

Yo, Mentor de Miserias, escucho el silente susurro de una voz arrugada que sobre mi cara grácilmente se posa, por cadenas lastrado, de marchito amor temporero impregnado.

Espoleando sueños para despertar pronto, me hice viento para rozar tu cuerpo. Y ahora, Patrón de las Musarañas, Dueño de Nadie, me muevo perdido entre mis decadentes pasos de cemento.

Que me quemen tras mi muerte y esparzan mis cenizas por campos yermos que de mi esencia puedan impregnarse.

¡Que alguien me recuerde!

* Guarda mis besos, Bav *