martes, 22 de febrero de 2011

Anoche probé...


Tu cuerpo,
Tu cálido abrazo, mi falta de calma,
Firmes tus pechos, mis manos ávidas,
Sin límites, casi infinita, la cama.

Tu boca se acercó a mis labios,
Entre alientos flotaron nuestros rezos.
Recogiste con tu frente mi reclamo
Y me consolaste con un beso.

Onírica noche de consuelos.
Maldito albor inoportuno.
Tu níveo cuerpo aún flota en mi mente,
Tu libertino aroma aún ronda este aire oscuro.

No recuerdo si logré tenerte,
Si pude tocarte, ojalá amarte.
Pero te sentí. Dentro, fuera,
Espléndida, rotunda en mi desastre.

Pálidas estrellas me vigilan
Cuando de la luz me quiero esconder.
Trescientas palomas enloquecen,
Tercas, al ver volar mi Ser.

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Me salva de mí cuando aparece,
Nublado y serio, rápido y voraz.
Me salva de todo cuando me ve
Transitando el turbio pedregal.

lunes, 14 de febrero de 2011

Dos almas y un grito.


Dos almas corrían, jugaban y soñaban en la cerrada noche. El apagado lamento de un trombón entre la bruma llegó hasta sus frágiles oídos y las hizo despertar. Como movidas por un resorte, sus inocentes miradas buscaron en la penumbra e inconscientemente sus pasos comenzaron a llevarlas en pos del dulce sonido del instrumento.

Protegidas por el grueso manto de inopia que sus hombros portaban, avanzaron, entre risas cándidas y agudas, y pronto se vieron envueltas por la espesa niebla. No andaban, sino danzaban alegres al ritmo de los golpes de viento que el aire surcaban. Nada las asustaba mientras aquella fantástica melodía acariciase sus tímpanos, pero tras esos largos y placenteros minutos, las almidonadas notas del trombón se tornaron lúgubres, casi trágicas, y, poco a poco, cesaron.

Un claro de luz se abrió paso entre la densa calígine y la sombra de dos oscuras figuras se dibujó a unos metros de sus angelicales ojos. El repentino cambio desdibujó las sonrisas de sus rostros y, desorientadas, se detuvieron. Las siluetas se movían frenéticamente y cayeron al suelo; estaban peleando. Las almas, impotentes y confusas, se dedicaron a ver impávidas la lucha mientras esperaban el desenlace para que continuase la música.

Una de las figuras se levantó y, lentamente, se alejó perdiéndose entre la oscuridad. La otra, entre tímidos y leves movimientos, permaneció tendida. Mientras, Ellas esperaban que la música volviese a sonar para reír y bailar siguiendo su ignoto camino.

Lo único que pudieron escuchar fue un desgarrador grito que rasgó el aire y taladró sus oídos para clavarse en lo más profundo de sus cristalinos corazones.

Entonces, el apagado lamento de un trombón entre la bruma empezó a sonar, pero las contaminadas almas ya no pudieron oírlo, pues no estaban allí.