jueves, 18 de marzo de 2010

Corazón que suda tinta


Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere…

Flores malditas de cuyos pétalos pende una vida, macabra floresta que mi jardín adorna. ¿De qué os nutriréis si matáis al poeta?

Estas heridas me las hicieron muchos besos y pocas frases, entre crujidos de suelo y manos apretadas que guardan nada. Entre tus sábanas y tu pelo.

Yo, Mentor de Miserias, escucho el silente susurro de una voz arrugada que sobre mi cara grácilmente se posa, por cadenas lastrado, de marchito amor temporero impregnado.

Espoleando sueños para despertar pronto, me hice viento para rozar tu cuerpo. Y ahora, Patrón de las Musarañas, Dueño de Nadie, me muevo perdido entre mis decadentes pasos de cemento.

Que me quemen tras mi muerte y esparzan mis cenizas por campos yermos que de mi esencia puedan impregnarse.

¡Que alguien me recuerde!

* Guarda mis besos, Bav *

2 comentarios:

  1. descubrí tu blog hace tres dias,
    y los he pasado releyendo las parabolas a oscuras,
    enterrando las pestañas tras el pulso firme de pluma madura,
    He recordado tiempos de primaria, donde todo apuntaba a este final tragico...
    ojala sigamos sudando tinta, y no falten sonrisas con la que secarnos la frente.
    me alegro profundamente de leerte tan sereno y espero poder decirtelo pronto a la cara, se te quiere pepe.

    ResponderEliminar
  2. Espero no te falte razón, pero que el final, aunque oscuro, no sea trágico.

    Muchas gracias por tu comentario, me agrada mucho verte por aquí. Tendré que devolver pronto la visita ;)

    Un abrazo enorme!

    ResponderEliminar