miércoles, 22 de julio de 2009

Sombra en ruinas


Un soplo de aire que se torna irreverente, como un suspiro de indiferencia.

Aquel hombre se enfadó. No le gustaba la poesía temporal, tampoco los finales tristes. Con su agónica esperanza seguía su camino, pero el dolor hacía mella en sus cansados hombros. El agua que manaba de sus ojos, errante y fría acariciaba su mejilla.

Mirada perdida y rostro consumido. Todavía busca la tácita mentira que tantos años le robó para mirarla, odiarla, volverla mirar y dejarla marchar. Todavía no lo sabe, pero eso es lo que hará.

Un llanto quebrado por la risa de un niño; la ilusión quebrada por su propio lamento.

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