lunes, 11 de mayo de 2009

De lienzo, las horas perdidas.


Un día logré atrapar sus ojos. Después huyeron. Pero eso fue más tarde…


Sentados, uno frente al otro, corazón con corazón, sus ojos contra mi alma. Como movidos por un resorte, alzamos la cabeza y nuestras vidas chocaron. Fue una cruel batalla, con su fiera mirada, yo en desventaja. Pasaron años en segundos, cada pestañeo un nuevo día. Pude ver mi pasado, presente y futuro, azotado por un insólito conocimiento: era el fin, y así se lo hice ver.


Tiempo atrás, cuando me retiraba de cada combate, en mi interior albergaba la insípida pero feliz sensación de que no había terminado. Aquel día fue diferente. La certeza y el dolor disiparon toda esperanza: era lo mejor para ambos.


Con el pesado miedo sobre mis hombros y el inmenso mar colgado en mis pestañas, me arrastré hasta mi casa, y al llegar reflexioné. ¿Qué haría, solo, ante tan larga e incierta vida? Al preguntar, ya había contestado.

1 comentario:

  1. Nelson y yo te felicitamos, que me meti aki a ver lo del blog,y me metía ver el tuyo, y esto es magnifico....
    Esto es verdaramente muy bueno,enhorabuena tio!!

    ResponderEliminar